miércoles, 12 de diciembre de 2007

Sobre el precio de los juegos

Parece que ya inmersos en plenas Navidades, el tema del precio de los juegos de mesa aparece sin cesar, provocando ardientes debates. No soy economista ni nada por el estilo, pero si que he recibido alguna que otra asignatura sobre el tema. Muchas de las cosas que te cuentan no pasan de ser cosas de puro sentido común, pero muchas otras son cosas que por evidentes, nunca te paras a pensar.

Parto de la base de que los juegos son un producto de ocio, prescindibles (no digo que el ocio sea prescindible, pero si que hay alternativas. No necesitas comprar juegos para divertirte). Tienes la capacidad de elegir en que gastarte tu dinero e incluso no gastarlo. No es como si fuera que te cobraran por el aire o algo asi, con lo que no caben argumentos "morales" o de "tenemos derecho!". Todo el mundo se puede hacer su ajedrez de cartón o jugar al Go en una hoja cuadriculada con lentejas.

Por otro lado, hay que pensar de que estamos hablando cuando decimos el "precio" de algo. Simplificando, es algo que esta a medio camino entre dos extremos: En uno lo que vale el tiempo, esfuerzo y dinero dedicado a ofrecer un producto (en este caso un juego) para un grupo de personas y del que no puedo decir nada con seguridad por que no tengo ni idea. En el otro extremo, lo que vale para el jugador, y esto si que es ya imposible de calcular. No solo eso, sino que para cada jugador valdrá algo totalmente diferente y probablemente, esa opinión cambie con el tiempo.

Y en algún punto intermedio, estará el precio. Hay mecanismos que hacen que el precio final este más cerca del valor para el vendedor o para el comprador: en las subastas, el precio va a tender a ser el que le otorgue aquel comprador que más lo valore, con el consecuente beneficio para el vendedor. En los concursos del estado, donde se hacen ofertas a la baja por parte de varios "vendedores" a un solo "comprador", es el caso contrario. Y en el día a día, como en el caso de los juegos, suele ser un precio que atraiga al mayor número de clientes posible.

El quid de la cuestion es que la diferencia entre el valor que comprador y vendedor dan al juego y el precio real del mismo es un beneficio. Por ejemplo, el valor de un juego para un comprador es de 25, para el jugador es de 40, y al final el juego sale al mercado por un precio de 30. ¿El comprador nos esta estafando 5?¿Es el jugador el que le estafa 10?¿o todos ganan solo que unos más y otros menos?¿y quien decide el "reparto" de esos beneficios adicionales, el que esta jugandose el sueldo o el que esta sentado en casa sin haber movido un dedo para que ese juego salga adelante?

Esto no trata de ser una apología de las empresas ni nada por el estilo, pero parece que en general se trata de demonizar a las empresas porque buscan el beneficio, mientras que cuando es el cliente el que se va con su dinero a otra parte porque es más barato/dan mejor servicio/le sale de los cojones, está en su perfecto derecho. Lo que no nos damos cuenta es que los dos lados actúan según los mismo principios. Hay gente que si que lo ve y lo entiende y acepta y hay gente que no y que piensa que el único que puede salir beneficiado de una transacción es uno mismo y que el otro tiene que salir pelado si no escaldado. Y esto último pasa tanto en compradores como en empresas.

No se si ha quedado clara mi postura. Lo que no me parece de recibo es el quejarse porque algo tiene un precio diferente al que nos gustaria o crucificar a una empresa por los precios de un producto que, repito, ES DE LUJO (que no nos damos cuenta que somos unos putos privilegiados por poder permitirnos pagar aunque solo sean 10€ por un juego). Habrá que valorar una editorial por su servicio, la seriedad de sus envíos o porque venda algo diciendo que es otra cosa.

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